Corazón convaleciente
Ya empaqué mis cosas, solo falta mi corazón. Tomo las aurículas derecha e izquierda para unir sus puntas y efectuar el primer pliegue, luego hago el segundo doblez, a la altura de la parte media. Lo coloco con cuidado en mi valija para que no se arrugue, ya tiene algunas marcas, para qué agregar nuevas.
Tenemos que partir y cruzar de nuevo la frontera.
Haré todo lo que esté a mi alcance para que mi corazón pueda recobrar su aspecto.
Por lo pronto, de ser posible, voy a blanquearlo con lavandina, no quiero que le queden rastros del pasado. Y como la textura de su tela muestra bastante inconsistencia, tendré que revitalizar y tratar sus fibras con almidón, para que recupere su dureza. Y por fin, si encuentro el método, intentaré impermeabilizar el miocardio para que esté más protegido.
Luego del tiempo adecuado y este tratamiento intensivo, creo que podré volver a usarlo.
Patricia Licciardi