El estudiante de Salamanca
Me garbeaba por Salamanca cuando algo raro pasó. Estaba en la Plaza Mayor cuando veo una luz distinta a las demás que me pedía que siguiera. Y así lo hice. Recorrí sus arterias principales: vi a Gonzalo Torrente Ballester bebiendo su café en Café Novelty, escribiendo las nuevas andaduras de Carlos Deza, y ¿cómo no? a Unamuno, en su residencia saludándome y proyectando un mensaje con sus gafas sobre sus varios personajes pessoanos buscando una alternativa a las nivola… Seguí caminando cuando la luz se convirtió en un astronauta, o ¿sería una rana? en la Catedral y me hizo subir a sus torres. Fue entonces cuando empezó el HORROR. Melibea, ¿o sería otra amante mía?, se convirtió en una Demonia que empezó a rasgarme por completo la piel, y me arrancó los ojos. Mientras bajaba en aquel abismo veía a mis víctimas, atisbaba el ÁRBOL DE LA VIDA Ygdrasil donde estaban las almas penadas. Y en esto Elvira se convirtió en un Monstruo de Piedra y me estatuizó. Solo el amor de alguien puro me podría ayudar. ¿Quién me salvaría? Inés o Beatriz…
Un cuento un tanto complicado de interpretar, pero la literatura da para eso y más. Ya leeré otros cuentos tuyos. Saludos.
muchas gracias por su comentario, me alegra de que le haya gustado, un saludo, Samir